Zona de confort – No es lo que dices… es lo que haces
En 2002 estaba de Eramus en Turín y me apunté a un curso de tecnificación de esquí. Aprendí a hacer carving, pasar puertas y quedé el 14º en los campeonatos universitarios de Italia. Un compañero de Barcelona, que tenía 25 años, decía al inicio del curso: «Es que yo ya no estoy para aprender nuevas técnicas…» y así, su esquí apenas progresó durante las 100 horas del curso.
Un amigo mío de 42 años me decía el otro día en sus clases de tenis: «Hoy, en tenis, el profe me ha cambiado un poco la forma de coger la raqueta. La cogía un poco alta y me ha dicho que la tengo que coger mas abajo, dejando incluso un poco de la mano, fuera. Eso me dará más palanca. Sensaciones raras, me costará un poco hacerme, pero creo que puede ser un paso adelante en potencia y efectos!!»
Toda mejora viene con un bajón, nada más cambiar. ¡Es por eso que no nos gusta salir de nuestra zona de confort! La pereza del esfuerzo adicional, más la incertidumbre del resultado final, hace que tu cuerpo te pida quedarte quieto.
Que no se nos llene la boca diciendo que estamos abiertos a mejorar y demuéstralo, día a día, con pequeños cambios en tu comportamiento.