Panorámica semanal: la nueva era de las telecomunicaciones
Igual que otros sectores, las telecomunicaciones también se están reconfigurando
La digitalización vuelve a estar de moda, y la conectividad es un instrumento clave: Los tiempos del coronavirus están volviendo a llevar la digitalización a la mesa de los políticos, porque las tecnologías digitales se están revelando como la manera de dotar de robustez a la economía ante problemas como el que estamos viviendo. Por ejemplo, en Singapur el gobierno ya estaba empujando a favor de la digitalización, pero ahora están acelerando, con incentivos para que las empresas locales se transformen y adopten, por ejemplo, tecnologías de Inteligencia Artificial o analítica de datos. Hay dudas sobre cómo de efectivas pueden ser estas iniciativas públicas, pero todo el mundo reconoce que pueden paliar los daños de esta crisis. Y tampoco se cuestiona que los despliegues de redes de alta velocidad, como los que ya ha habido en Singapur, favorecen la transformación (FT)
El foco en el “salto digital” se ha convertido también en la prioridad para el nuevo primer ministro japonés: Una de las primeras cosas que ha hecho Y Suga tras llegar al poder en Japón es crear un ministerio para la transformación digital, al que ha encargado que solucione las drásticas diferencias actuales en el nivel de digitalización de diferentes sectores, atribuidas a la “intransigencia digital” en algunos de ellos. La idea, como en Singapur, es aprovechar la crisis del virus para acelerar, y el reto es encontrar un caso de éxito rápido, que sirva de ejemplo a los demás. Para esto, están ya pensando en el sector de la educación, en el que Japón ocupa puestos de cola en variables como el uso de ordenadores en los colegios. De nuevo, para hacer posible todo esto, una conectividad de calidad y asequible se ve como un factor clave, y el nuevo primer ministro ya ha pedido públicamente que bajen los precios del acceso móvil (FT)
Para acelerar la digitalización, el negocio de la conectividad tiene que adaptarse. Hemos visto referencias a varios ejemplos, en mercados muy diversos, esta semana:
En Japón, NTT ha anunciado la “absorción” de su histórica filial móvil, NTT DoCoMo: Aparte de una señal de la madurez de ambos negocios, que es la que ha llevado a la “convergencia” en muchos otros mercados, en el caso de Japón esto se interpreta como una forma de facilitar que NTT cumpla la directriz del gobierno de abaratar los servicios de acceso de datos móviles, especialmente de cara al 5G, para habilitar una digitalización más rápida de la economía japonesa (WSJ)
Otro gran operador japonés (SoftBank) también está en tiempos de cambio: Después de aparecer como el visionario por excelencia de la industria, y después de que sus visiones hayan dado unos resultados dispares, con inversiones como WeWork que han acabado muy mal, el presidente (y líder espiritual) de SoftBank, M Son, está acometiendo una profunda transformación del grupo, que ya está beneficiando a sus accionistas a través de una venta de activos que está permitiendo “liberar” valor, previamente descontado dentro de SoftBank Corp. Un ejemplo paradigmático es Arm, adquirida como el “corazón” del futuro de SoftBank, y que ahora se vende por $40bn a Nvidia. Vale, esto es financieramente sensato, pero ahora la cuestión difícil es definir la nueva visión de SoftBank. Algunos lo ven como un nuevo tipo de “hedge fund”, en relación con su febril actividad reciente en compra y venta de títulos tecnológicos, mientras que otros creen que su mayor valor está en la capacidad del líder para identificar oportunidades “disruptivas”, en el cruce entre la conectividad y la economía digital. El reto, en todo caso, es conseguir que sus decisiones no parezcan “caprichos” volátiles, porque eso ha podido penalizar la valoración hasta ahora (FT)
Desde la India, el grupo Reliance está mostrando un posible camino para el sector de las telecomunicaciones: El grupo liderado por el multimillonario indio M Ambani está, casi desde el principio de la pandemia, enfocado en una profunda reestructuración corporativa, que está permitiéndoles monetizar todo lo que han venido progresando con sus iniciativas digitales, con la venta de participaciones a inversores extranjeros, mayoritariamente occidentales. Una de las cosas más interesantes se ha estado comentando esta semana, con el anuncio del Digital Fibre Infrastructure Trust, un nuevo vehículo que va a aglutinar unos $5.4bn en activos de red de fibra óptica en el país, y con el que están buscando financiación externa, incluidos fondos extranjeros, para acometer nuevos despliegues. Esto se une a las recientes operaciones de Reliance en sus negocios de comercio electrónico (Reliance Retail donde han entrado varios fondos, y están intentando que entre Amazon) y de plataformas digitales (Jio Platforms donde han entrado Facebook, Google y también varios fondos). Y es interesante, porque pone de manifiesto la dinámica de las telecomunicaciones a la fragmentación “horizontal” en tres negocios básicos: la infraestructura, las plataformas digitales y la comercialización, que operan independientemente unos de otros. Una vieja visión que, poco a poco, se hace realidad… (Bloomberg)
Las señales de transformación llegan también desde fuera de la industria: El 5G está catalizando, desde el lado de la tecnología, la separación entre las capas de infraestructura y de plataformas, tradicionalmente integradas y 100% en manos de los operadores locales. Con la virtualización de las redes, empresas de Cloud como Microsoft, pueden albergar plataformas desde las que se ofrecen algunas funcionalidades de la red. Esta semana, en una reunión con algunos de sus mayores socios en el sector, como AT&T y Telstra, Microsoft ha declarado su voluntad de “ayudar a los operadores a operar las redes 5G de forma más eficiente”, comparando la oportunidad con lo que ya están haciendo en otros sectores, como el comercio o la salud. Para apoyar esta estrategia, acaban de adquirir dos empresas especializadas en funciones virtuales de red (Affirmed Networks y Metaswitch) (Bloomberg)
En paralelo, por su importancia, la conectividad está también en el centro de los debates políticos
Más noticias sobre el caso Huawei: La batalla más importante de la Segunda Guerra Fría sigue desarrollándose en torno al proveedor líder de tecnologías para la conectividad, la china Huawei. Esta semana hemos tenido más noticias sobre los problemas para la compañía en Europa, incluidos dos de los mayores mercados: Alemania, donde se espera que el gobierno imponga fuertes restricciones sobre los equipos de red, para “garantizar la seguridad”, y que esto lleve en la práctica a la salida de Huawei de las redes alemanas; y Reino Unido, donde un nuevo informe de el Centro Nacional para la Ciberseguridad ha pedido “medidas extraordinarias” para paliar algunas de las vulnerabilidades “de importancia para la seguridad nacional” que dicen haber identificado en los equipos de Huawei (FT1)(FT2)
La importancia del 5G puede extender las guerras de patentes tecnológicas: Algunas de las mayores oportunidades que se prevén para el 5G están relacionadas con la masificación de las “cosas conectadas”, más allá de la (relativamente obvia) electrónica de consumo y de los coches, e incluyendo diversos sectores como la agricultura, la medicina, y la producción industrial. Para hacer esto posible, la tecnología que habilita las conexiones, que hoy día reside sobre todo en ordenadores y smartphones, se va a extender a muchas más cosas. El lado negativo, desde el punto de vista legal, es que las amargas disputas de propiedad intelectual, que han afectado hasta ahora a los fabricantes de teléfonos, podrán también afectar a muchos otros dispositivos. Y ya hemos tenido muestras como la demanda de Sharp (un suministrador japonés de tecnología) a Daimler (el fabricante de automóviles alemán) (Bloomberg)
Con la digitalización, crece también la presión regulatoria sobre las plataformas
Si la economía se hace (casi) totalmente digital, las plataformas digitales podrían llegar a tener un poder desproporcionado: Lo estamos viendo en estos meses de coronavirus, en los que la actividad personal y económica de la gente se ha hecho mayoritariamente digital. El resultado más inmediato ha sido que los grandes beneficiarios han sido las “Big Tech”. Incluso los afectados por el declive del mercado publicitario, como Facebook y Google, han compensado esto en gran parte al aumentar la proporción de publicidad que se ha está haciendo digital. El resultado es que la brecha entre estas empresas y el resto de la economía están aumentando, y esto preocupa a los políticos
En Europa, la preocupación es aún mayor, dado que casi ninguna de las plataformas líderes tiene sede aquí: El Parlamento Europeo sigue discutiendo las propuestas para la nueva “Digital Services Act”, que se estima que podría ser aprobada para finales de este año. Llevan ya meses de debates, pero esto, más que una señal de burocracia (que también), es una muestra de lo ambicioso de lo que se está proponiendo. En particular, está el tema del contenido en las plataformas digitales, muy vigente ahora mismo ante las elecciones norteamericanas, pero también las herramientas que pide la Comisión Europea para poder, si se considera necesario, exigir la ruptura de las “Big Tech”, en nombre del “antitrust”, para reducir su poder (FT)
Los datos se ven ahora como un cuello de botella, igual que la infraestructura: Otro de los temas que los reguladores europeos están priorizando en la nueva ley es el de los datos como cuello de botella para la competencia digital. La idea de base es que el dominio de los datos que generan sus usuarios sirve a las Big Tech para frenar a sus competidores, entre otras cosas porque los algoritmos funcionan mejor cuando se alimentan con más datos. Esto puede ser discutible, pero genera una “narrativa” bastante fácil de entender por muchos políticos, que inmediatamente pueden ver un paralelo con el caso de la infraestructura de red de acceso, que los operadores incumbentes están obligados a compartir en condiciones reguladas, desde hace años. ¿El resultado? Pues nada, que en breve puede haber leyes en Europa que obliguen a los grandes a compartir sus datos con los pequeños (FT)
Por último, también preocupa el control de la comercialización digital por las Big Tech: Uno de los temas en los que se está haciendo más énfasis en Europa es el riesgo de que empresas como Amazon, Apple o Google utilicen el control de la “interfaz de cliente”, o de los canales de distribución digital, para beneficiar a sus propios servicios. Este es el problema del que están acusando a Apple tanto Spotify como Epic / Fortnite, como hemos estado comentando estas últimas semanas. Para “resolver” esto, la nueva ley europea pretende “frenar el comportamiento asimétrico” de los “gatekeepers” digitales (Bloomberg)(WSJ)
Pero encontrar una regulación efectiva para algunos de estos problemas no es tan fácil: La experiencia pasada en Europa con un primer intento de frenar a Google en su supuesto trato de favor para sus servicios, concretamente instalando por defecto su buscador en los dispositivos Android, no genera mucho optimismo. Sí, se ha obligado a Google a ofrecer una “pantalla de elección” para que los usuarios de Android elijan qué buscador quieren utilizar, pero el resultado es que la inmensa mayoría de la gente sigue eligiendo Google, así que la compañía sigue teniendo una cuota de mercado del 97% sobre las búsquedas web en Europa. Incluso frente a Amazon, que es bastante poderoso de por sí, el buscador de Google se muestra muy robusto, con alrededor del 50% de las búsquedas de productos por usuarios de Amazon Prime iniciándose en Google, según un estudio reciente de Morgan Stanley (WSJ)
La presión se está extendiendo a Estados Unidos: Un artículo esta semana en el FT plantea al gobierno de Estados Unidos la necesidad de limitar la concentración corporativa que “ha reducido el dinamismo de la economía norteamericana en los últimos 30 años”. La autora se apoya en hechos como que los grandes ganadores de este periodo han sido China y las Big Tech, mientras que la cuota de GDP que han recibido los trabajadores locales en los países occidentales ha caído. Como solución para esto, se plantean las medidas antitrust. El problema es que tampoco está claro de qué medidas hablamos, y como tomarlas de forma efectiva (FT)
En todo caso, en algún momento habrá que reconocer también los beneficios que ha traído la “economía de los datos”, tal como la conocemos: En este vídeo publicado esta semana, el gran Michal Kosinski, ahora en Stanford, habla de los riesgos de que las compañías que monitorizan lo que hacemos en sus plataformas, y analizan estas trazas, puedan hacer posible que alguien haga un uso “tóxico” de estos datos, por ejemplo para manipularnos políticamente, un poco como nos cuentan en el documental “The Social Dilemma”, recientemente estrenado en Netflix. Pero también nos cuenta que, en su opinión, la mayor parte de las cosas que se están haciendo con los datos son, en realidad, positivas (YouTube)
Sigue la Segunda Guerra Fría, pero cada vez está menos claro a dónde nos lleva
El caso TikTok parece estancado, de momento: La resolución final del caso parece que se puede retrasar a después de las elecciones, y más después del anuncio de la enfermedad por coronavirus del presidente Trump. El dueño de TikTok, ByteDance, sigue haciendo lobby con los reguladores chinos y norteamericanos para desbloquear la situación, y Oracle también está intentando clarificar los dos elementos clave que condicionan la decisión: el control de la nueva filial norteamericana (más allá de la propiedad económica) y el control del algoritmo de personalización del “video feed” (Bloomberg)
Mientras tanto, un juez norteamericano ha paralizado la única medida efectiva que se había tomado: Un juez de Washington DC ha dado más tiempo a ByteDance y al resto para negociar un acuerdo, al parar la medida de presión que Trump había planteado, bloqueando las descargas de la aplicación en Estados Unidos. La decisión se tomó menos de cuatro horas de que la medida fuera a ser efectiva. TikTok había argumentado que esto era un castigo innecesario a su negocio, y que no servía para conseguir nada de lo que se había invocado como justificación (WSJ)
Muchos siguen cuestionando la “guerra” con China, argumentando que incluso puede ser contraproducente: Por ejemplo, las nuevas medidas anunciadas por Estados Unidos contra SMIC, un fabricante chino de semiconductores, que hicieron caer sus acciones un -7% el lunes, puede que sirvan para dañar las cadenas de suministro de Huawei, pero generan múltiples “daños colaterales”. La tercera parte de los suministradores de SMIC son norteamericanos, y por tanto bloquear estas transacciones dificulta enormemente la actividad de la empresa, pero también algunos clientes con sede en Estados Unidos, como Qualcomm, que aporta el 10% de las ventas de SMIC, se ven perjudicados. Se espera además, que la caída de la producción de SMIC provoque un incremento de los precios de los semiconductores a nivel mundial (FT)
En la misma línea, esta semana hemos visto como se calificaba la “operación TikTok” como “ridícula”: Aunque en este artículo se reconoce que China a tratado muy mal a muchas compañías tecnológicas extranjeras, el argumento es que, con estas cosas, Estados Unidos se pone al mismo nivel, y que eso les podría perjudicar en muchos otros frentes (incluso en Europa). La recomendación es que se apueste por lo que ha diferenciado la posición occidental hasta ahora y ha sido el motor de la innovación en Silicon Valley: la libre circulación de personas, ideas y tecnologías (FT)
Y desde luego no parece que China se esté debilitando tanto, en el terreno tecnológico: Por ejemplo, las startups chinas de Inteligencia Artificial continúan creciendo, apoyándose en un impresionante volumen de financiación (hasta $30bn desde 2016, cuando la Inteligencia Artificial entró en el nuevo plan tecnológico a 5 años del gobierno chino) (FT)
Otras cosas: Marc Andreessen hablando de la educación en tiempos de coronavirus
La educación como un problema pendiente: En esta video-entrevista, de Agosto pero distribuida esta semana por Andreessen Horowitz, M Andreessen habla del sector educativo como uno de los “monopolios” que quedan, con el Estado limitando la oferta, lo que hace subir los precios, e intentando compensar esto con subvenciones a la demanda, lo que los hace subir todavía más. Sugiere que la tecnología puede ser la solución, y que la actual crisis ofrece una oportunidad para esto. Pero no está claro (todavía) qué tipo de cambio podría resolver el problema (YouTube)