Los grandes servicios de internet prohíben o expulsan a Trump y sus seguidores
Las elecciones de EE.UU en 2020 van a ser recordadas por la interrelación de las redes sociales y la política, no solo con las medidas tomadas antes de la votación, si no con las consecuencias después de los resultados. Después de lo ocurrido en el Capitolio durante el 6 Enero, las empresas tecnológicas han reaccionado prohibiendo o expulsando a Donald Trump y sus empresas, alegando mensajes de incitación al odio por el discurso antes de los disturbios.
Twitter y Facebook han expulsado al todavía presidente Donald Trump y grupos de seguidores.
Apple y Google han expulsado a Parler, la red social usada por los seguidores de Trump, de sus respectivas tiendas de aplicaciones.
Stripe ha dejado de procesar los pagos de la campaña de Trump.
La nube de Amazon ha dejado de proporcionar a Parler servicios en la nube lo que ha hecho que la app deje de funcionar.
Twilio, Okta y otras empresas tecnológicas también han dejado de prestar servicios a Parler.
Aquí tienes la lista completa de sitios y sus restricciones. Además muchas de las empresas han, al menos, pausado sus donaciones a los partidos políticos.
Hay que tener en cuenta que prohibir el discurso potencialmente peligroso no necesariamente acaba con él, simplemente lo oculta. Ahora los seguidores que no se pueden organizar mediante Parler, empiezan a utilizar otras aplicaciones más privadas como Signal.
Algunos políticos piensan que se han sobrepasado con las medidas: Angela Merkel se encuentra entre los líderes europeos que no están satisfechos con las decisiones de las redes sociales.
El debate se centra en saber si las empresas que permiten la comunicación entre usuarios son responsables de los mensajes. Las redes sociales siempre se han posicionado como plataformas neutras que facilitan la comunicación de las personas (evitando ser vistas como medios de comunicación). Aunque es lícito pensar que desde el momento en el que fomentan unos mensajes más que otros, ya que generan más interacción, tienen responsabilidad sobre todos los mensajes. Nadie se le ocurriría acusar a las empresas de telefonía de ser partícipes o facilitar conspiraciones por dejar que los usuarios hablen entre ellos por teléfono.
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